Lávate la cara con agua templada. No lo hagas con agua fría porque aunque pensemos que con ello nos despertará, lo único que lograremos es que nos cierre los poros y no conseguiremos limpiar bien la cara. Y si lo hacemos con agua caliente, puede ser demasiado agresiva con nuestra piel.
Para lavarla podemos utilizar las propias manos o una esponjita.
Aplicar el producto sobre la piel y masajear durante unos 15 segundos. Después aclarar bien la cara, ya que cualquier resto podría tapar los poros.
Secar la cara con una toalla suave a toquecitos, sin restregar y sin dejar la cara roja. Es muy importante que esta toalla solo la uses tú para secarte la cara y no sea la toalla general donde toda la familia se seca las manos...
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