'Ya tengo al chico... Ahora solo me faltan mis chicas', así comienza esta divertida proposición que recupera y reinventa una tradición ancestral -y es que, contra todo lo que se pueda pensar, la costumbre de elegir damas de honor para el día de la boda surgió en Europa en la Edad Media y fue asimilada después en América como otras tantas prácticas religiosas-; la de elegir a las mejores amigas como co-protagonistas del gran día, para dar apoyo, ayudar con la toma de algunas decisiones y ultimar esos pequeños detalles que elevan la boda a la categoría más cool. En resumen, para estar al lado de la novia en todo momento.
Otra de las grandes dudas que surgen ante esta iniciativa es el estilismo de las susodichas, ¿Han de ir vestidas todas igual? ¿Deberían llevar horrendos vestidos al más puro estilo de las comedias americanas? ¿Quién decide sobre esta cuestión? Ante todo, y como siempre, debe primar el sentido común y abogar por opciones que se ajusten al presupuesto como el alquiler/compra de vestidos y accesorios, tratar de unificar a través del color pero con diferentes siluetas que favorezcan a cada dama de honor de forma individual, por norma general el color suele ser el Rojo Carmesí.
¿Ya tienes a tu/s dama/s de honor?
No hay comentarios:
Publicar un comentario